SOBRAN LAS PALABRAS

Rafael Gallego

Diario de Mallorca. Teatro Crítica

Lunes, 16 de septiembre de 2019

«Teatro de gesto, de expresión, de miradas que son capaces de decirlo todo, de coreografías que dibujan el retrato hiperrealista de una sociedad desequilibrada. Clandestinos, exiliados, expulsados, desplazados al fin y al cabo, caminando hacia la incerteza, chocando contra muros. El vagón de un tren donde se hacinan el cansancio, el sueño – o tal vez los sueños -, y las preguntas. ¿Qué demonios hago yo aquí? ¿Qué me espera más allá? ¡Quién decidió por mí? ¿Quién decide ahora?

Frontera es un fresco sobre las personas que migran y también un grito ahogado clamando justicia. Un discurso no conclusivo, hecho de metáfora y sentimiento y con cinco intérpretes que lo bordan. Un antídoto ante la tentación de rechazar lo externo, un recordatorio para los que olvidan que los países – este también – se forjaron con patriotas que tuvieron que irse, para ganarse la vida o simplemente para salvar el pellejo. Un montaje, delicado y brutal, que nació en un laboratorio de l’ESADIB y que debería representarse en el Parlamento Europeo, en los consejos de gobierno del continente y en cualquier colegio.»

MIGRANTES

Javier Matesanz

Última hora. Escena Crítica.

Lunes, 27 de noviembre de 2017

«La vida es una fuente de inspiración inagotable, y el dramático conflicto del éxodo de refugiados que llegan a Europa escapando de la guerra y el hambre es ahora mismo un triste filón para la creación basada en hechos terriblemente reales. Y qué mejor manera que el teatro visual, el teatro de movimiento y la danza, que sin palabras evidencian en un idioma universal las proporciones de tragedia. Pero no es fácil. Quedar en la superficie es fracasar, pues podría resultar incluso frívolo y oportunista hacer una representación de pretensiones tan intensas, y quedarse en una coreografía epidérmica que apenas reflejarse esa actualidad que monopoliza los noticieros. Por eso un proyecto de estas características requiere compromiso, trabajo, rigor y unos artistas polivalentes capaces de transmitir con cuerpo y alma, con el gesto y el rostro, sin el soporte habitual del verbo. Intérpretes que ofrezcan verdad, y no un sucedáneo escénico. Si no convencen, fracasan. Y Migrants debuta con acierto.

El espectáculo es visualmente tan rotundo como estético. Hipnótico en su capacidad de rememorar imágenes sobrecogedoras del repertorio de la conciencia colectiva: los hacinados trenes del holocausto o, incluso, otros más artísticos como la balsa de la desesperación (Medusa) de Géricault. Por no hablar de Trump, que transita también entre líneas. Y todo ello funciona y es posible, emociona, porque está bien dosificado, contenido, sin grandes histrionismos, sin hipérboles innecesarias, más allá de las dramatizaciones físicas del movimiento, siempre multiplicadoras. Pero sobre todo por la exigente interpretación de un reparto equilibrado, que aporta matices individual y colectivamente, trabajando los detalles para universalizar la denuncia. Y es que nunca nada resulta tan universal como aquello que vulnera la intimidad, pues es allí donde habita la esencia de la humanidad.»